Midlake, Warpaint, Future Island, Neutral Milk Hotel, Arcade Fire… “¿Son todos los grupos que llevas este Primavera Sound?”, escucha Álex Priego, madrileño, editor de vídeo, treinta y cinco años, ocho ediciones del festival barcelonés a sus espaldas… “No… son sólo unos cuantos de los que vi el jueves”, explica en los estertores de esta decimocuarta celebración, en sus últimas horas. “Sí, los conocía a todos. Este año no he descubierto a nadie nuevo. A las mayoría de estos ya los había visto antes en concierto. Pero siempre está bien ver un poco de unos y otro de otros…”. “Te mereces que le pongan tu nombre a un escenario -bromea su amigo José-. El escenario Álex Priego. Uno pequeñito, uno para melómanos que vienen todos los años… por tu entrega a este festival, por tu dedicación…”.
El escenario Álex Priego del Primavera Sound sería un sentido homenaje a los auténticos melómanos del Fòrum, a esa gente de pintas discretas, de bailoteo austero sin grandes aspavientos, de muestras de euforia siempre tímidas y recatadas. Sería un reconocimiento al abnegado esfuerzo de los verdaderos devotos de todas estas bandas de nombres del todo desconocidos para la inmensa mayoría de la gente y de buena parte de este público que ya se bate en retirada.
Porque estos personajes son tan propios del Primavera Sound como los modernos urbanitas más recalcitrantes y empeñados en demostrar con su estudiado despliegue de complementos que son únicos sobre la faz de la tierra. “Me conformo con que le pongan mi nombre a un puesto de perritos calientes”, dice Álex, jocoso. “Pues yo el año que viene no vuelvo -balbucea Mario-. No puedo andar más, no quiero andar más, no pienso volver a andar en vida”.
Sí, en las madrugadas del Primavera Sound siempre llega un momento en el que muchos reniegan del festival, se quejan de las caminatas, se hartan del gentío… un momento que te asalta mientras tratas de desplegar los codos sobre la barra a fin de ocupar la máxima superficie posible y de este modo llamar la atención del aturdido y desbordado camarero que te ignora desde hace una eternidad al tiempo que tratas de mantener detrás de tus espaldas a unos fornidos británicos que insisten en gritar que les pongan seven beers, seven!!! Sí, siete, porque las aglomeraciones sobre las barras son tan grandes que muchos anglosajones optan por hacer un aprovisionamiento del tipo más vale que sobre a que falte. Y en ese momento dices hay no puedo más, yo no vuelvo el año que viene.
“El secreto está en no emborracharse -asegura Álex-. El jueves me tomé unas cuantas birras, pero luego se me pasó… Si te emborrachas mucho no aguantas. Porque las distancias entre escenarios son impresionantes. Y lo peor es que muchas actuaciones que quieres ver se solapan. Tendrían que replantearse esas cosas. De todas formas, las nuevas gradas VIP de este año me gustan mucho. Podías ver los conciertos de los dos escenarios más grandes desde la primera fila, pero sin apretujones ni agobios… y además no hacía falta que estuvieras media hora antes de pie cogiendo sitio”. “Yo -tercia José- a John Grant lo escuché en un retrete”. “Queeeeeé”, pregunta Mario. “Sí, se puso a diluviar y me tuve que meter en uno de estos retretes portátiles -explica José-, y la verdad es que no olía mal y se escuchaba muy bien… Además, tenía una rendija desde donde veía el mar ¡tenía vistas y todo! Un retrete con vistas…”.
Sí, Álex lleva años comprando entradas VIP en cuanto salen al mercado, mientras que aún resuenan los últimos conciertos de la última edición, mucho antes de que se conozca el próximo cartel, cuando todavía todo son rumores y año tras año se repite en los foros que sí, que el año que viene seguro que viene David Bowie… “Es que yo no tengo dudas. Ahora estoy muerto, no puedo más… pero sé que voy a volver. Yo siempre vuelvo. Y este año por ahora no hay rumores consistentes. Este año todavía no se habla de David Bowie. Pero a mí me da igual. En cuanto salgan los abonos VIP me compró. El pasado me costó ciento cincuenta euros”. “Bueeeeeeno -interrumpe Mario-, en cuanto volvamos a casa montamos una recogida de firmas en Change.org para que le pongan tu nombre a un escenario. Y entonces a lo mejor vuelvo”.
"Yo el año que viene vuelvo al Primavera Sound"
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