Friday, May 30, 2014

Otra batalla para Concha Velasco


A Concha Velasco no le gusta que la sonrisa se desdibuje de su cara. Sabe que le sienta bien. Es una mujer coqueta, tanto que siempre lleva los labios pintados de rojo, incluso para andar por casa. Por ello, solo en contadas ocasiones se ha roto en público, aunque decenas de veces sus personajes la han obligado a hacerlo en el escenario. “Recuerdo cuando murió mi madre. Yo estaba llorando todo el día, y vino un compañero de trabajo y me dijo: ‘¡Qué fea estás!’. No me acuerdo, no sé si le pegué o estuve a punto. La mueca del dolor es terrible cuando es verdad y hay que dejar a la gente que la saque”, relató en una entrevista con este periódico.


La semana pasada volvió a ocurrir. Supo que debía enfrentarse a un linfoma y se derrumbó, sufrió un ataque de pánico. Ahora, ya más reposada la noticia, se arrepiente de ese momento de descontrol en el que cayó, impropio de quien se sabe carne de espectáculo. Concha Velasco tiene ante sí otro obstáculo a superar y está convenci da de que lo va a conseguir, ella que se ha curtido en mil batallas: artista con un padre militar, madre soltera, roja en la España de Franco… y despechada y arruinada por un marido del que se acabó divorciando, pero al que todavía sigue recordando con cariño años después de su muerte.


Hace cuatro años, Concha llevó al teatro La vida por delante y ella, que lo cuenta casi todo, aseguró que estaba ordenando sus cosas. Acababa de cumplir 70 años, pensaba en jubilarse y echaba cuentas. Tras 52 años de profesión, con un centenar de películas, obras de teatro de gran éxito y personaje habitual de las televisiones, su cuenta corriente debía de estar bastante saneada. Pero no. Ella lo explicó cuando se separó de Paco Marsó. Incluso antes dio algunas pistas, como cuando el matrimonio se vio obligado a desprenderse de su chalé en la urbanización madrileña de La Moraleja, el sueño de su vida, por la mala administración de su marido.



No fue la última vez que tuvo que mudarse. Poco después tuvo que echar mano de su plan de pensiones para reunir 50.000 euros y evitar quedarse en la calle tras recibir una notificación de embargo. Ahora vive en un piso pequeño en el barrio madrileño de Sanchinarro, sola y llena de recuerdos, pero cerca de sus hijos Manuel y Paco. En esa casa se ha atrincherado estos días intentando digerir la noticia de que el cáncer ha llamado a su puerta. Para ello cuenta con el apoyo no solo de los suyos, sino de decenas de amigos, compañeros y admiradores. En las últimas horas no deja de recibir mensajes de apoyo. “Son tantos que no quiero destacar ninguno. Estoy abrumada por tantas llamadas e impresionada por el cariño de la gente”, narra.



Concha siempre se ha agarrado a la vida, pero sorprende repasar la cantidad de veces que ha hablado de la muerte. Hace tiempo contó que tiene apartados 6.000 euros para su funeral y que ya ha dado instrucciones de cómo debe desarrollarse. “Todos nos vamos a morir, pero a mí me cuesta mucho admitirlo. Uno de mis mayores motivos de angustia, con seis o siete años, era pensar en que cuando fuera vieja me tenía que morir”. También habló de la soledad: “Me educo para estar sola, y una vez que lo haces, te educas para morir”.


Pero la luchadora se halla de nuevo preparada para la batalla. En unos días entrará otra vez en el quirófano —la tercera operación desde abril— para un asunto más grave que su apendicitis. Y luego comenzará con las sesiones de quimio. Ya está pensando qué pañuelo se pondrá, un rasgo más de su coquetería.


Estos días mantiene a ratos la sonrisa gracias a su nieto. La foto del pequeño vestido de jugador del Real Madrid le acompaña siempre en los camerinos, como el diario que comenzó a escribir cuando era jovencita siguiendo el ejemplo de su madre, esa a quien dijo: “Mamá, quiero ser artista”. Toda una declaración en una familia vallisoletana con un padre militar para quien los cómicos no estaban muy bien vistos.


Concha actuó en La Granja ante Franco porque era “todo un honor”. “Luego maduré y evolucioné, tal como iba evolucionando mi país, y cuando llegó la democracia opté por el socialismo”, recuerda. Siempre combativa, lo fue cuando hubo que defender los derechos de su profesión y también cuando se la requirió para hacer campaña electoral con el PSOE.


El diario que escribe Concha se llena de letras, sobre todo cuando los problemas acechan. Así que estos días seguro que está más activo que nunca. Eso sí, hace tiempo que ordenó que sea destruido cuando ella falte. También tiene cerca ahora un ordenador. Ha llegado al mundo de Internet ante la insistencia de sus hijos. Y consultando su tableta ha visto la repercusión del anuncio de su enfermedad, realizado vía exclusiva remunerada en ¡Hola! La cómica ha querido hacer una aparición cuidada en las formas y en la estética —con un nuevo corte de pelo y nuevo tono—, antes de desmaquillarse los labios para entrar en el quirófano. Eso sí, previamente ha anotado en su diario que el próximo mes de septiembre volverá a los escenarios, siempre que su Dios así lo quiera.




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