En ningún momento hubo peligro para el avión papal, pero fue un gesto de hostilidad que no pasó desapercibido. Poco antes de la llegada de Francisco a Seúl, el ejército de Corea del Norte lanzó al mar tres misiles de corto alcance -220 kilómetros-. El episodio tuvo más que ver con las próximas maniobras militares conjuntas entre Corea del Sur y Estados Unidos, que comienzan el próximo lunes, que con la visita del Pontífice, aunque la coincidencia de ambos hechos pudo ser aprovechada por el régimen de Pyongyang para realizar esta demostración de fuerza.
La división coreana planea sobre la agenda papal en este viaje pastoral. Nada más bajar de las escalerillas del avión de Alitalia que lo trajo de Roma, la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, en el breve saludo, agradeció a Jorge Mario Bergoglio su presencia en la península y expresó su deseo para que sirva a “la reconciliación”. “Eso lo llevo en el corazón”, contestó Francisco, en español. Tras el protocolo, el Pontífice subió a un coche utilitario, un Kia Soul, con el que se trasladó a la nunciatura apostólica.
Corea del Sur constituye un caso muy singular de crecimiento de la fe católica. Ésta no llegó de la mano de misioneros ni de conquistadores. Fueron algunas elites laicas coreanas las que se interesaron por el mensaje del Evangelio, después de la experiencia misionera en China, y crearon una comunidad de fieles. Durante mucho tiempo fueron considerados una amenaza para el sistema político dominante, que los reprimió con extrema dureza. Francisco tiene previsto beatificar a más de un centenar de mártires el próximo sábado.
El catolicismo surcoreano es el más dinámico de Asia. En medio siglo, el número de fieles ha pasado del 1% a casi el 11%. La fe católica está asociada en este país a la lucha por la libertad y por los derechos humanos.
Corea del Norte lanza misiles al mar antes de la llegada del Papa a Seúl
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