Wednesday, June 25, 2014

Hallado el fósil de un espectacular parásito del Jurásico


Madrid. (EP).- Hace alrededor de 165 millones de años, un espectacular parásito vivía en los lagos de agua dulce de la actual Mongolia Interior (China): una larva de mosca con un tórax formado completamente como una placa de succión. Con él, el animal podía adherirse a las salamandras y chuparles la sangre con la boca provocando una especie de picadura, un mecanismo que, hasta la fecha, no se conoce actualmente en ningún insecto, según revela el equipo internacional que lo descubrió en la revista eLIFE.


El parásito, una larva de mosca alargada de alrededor de dos centímetros de largo, se sometió a cambios extremos en el transcurso de la evolución: la cabeza es pequeña en comparación con el cuerpo, posee un un aparato bucal perforador en forma de tubo en la parte delantera y la mitad del cuerpo (tórax) se ha transformado por completo por debajo en una placa de succión gigantesca, mientras que el cuerpo posterior (abdomen) tiene patas similares a las de la oruga.


El equipo internacional de investigadores cree que este inusual animal es un parásito que vivió en un paisaje de volcanes y lagos en lo que hoy es el noreste de China, hace unos 165 millones de años. En este hábitat de agua dulce, el parásito se convirtió en un pasajero de las salamandras, a las que se adhirió con su placa de succión y cuya fina piel penetró para chuparles la sangre.


Esta rara larva de mosca, que ha recibido el nombre científico de Jurassica Qiyia (por el período Jurásico al que pertenecen los fósiles hallados y la palabra extraño en chino), fue un hallazgo inesperado. Según sus descubridores, un equipo internacional de científicos de la Universidad de Bonn (Alemania), de Linyi (China), el Instituto Nanjing de Geología y Paleontología (China), la Universidad de Kansas (Estados Unidos) y el Museo de Historia Natural de Londres (Inglaterra), el insecto larva es un hallazgo espectacular.


“No existe en la actualidad insectos con una forma de cuerpo similar -afirma el doctor Wang Bo, investigador de Paleontología en la Universidad de Bonn-. Que la extraña larva del Jurásico se haya mantenido tan bien conservada hasta nuestros días es, en parte, debido a la piedra de grano fino en la que estaban los animales”.


“Cuanto más fino es el sedimento, los detalles de los fósiles se mantienen mejor”, explica el doctor Torsten Wappler, del Steinmann-Institut de la Universidad de Bonn, quien añade que las condiciones en el agua subterránea también previenen la descomposición por bacterias.


Sorprendentemente, no hay peces fósiles en los lagos de agua dulce de esta época del Jurásico en China. “Por otro lado, hay hallazgos casi ilimitados de salamandras fosilizadas, que se han encontrado a miles”, dice el doctor Wang Bo.


Esta inusual ecología podría explicar por qué estos parásitos extraños sobrevivieron en los lagos: los peces son depredadores de larvas de mosca y, por lo general, los mantienen a raya. “Las extremas adaptaciones en el diseño de ‘Jurassica Qiyia’ muestran el grado en que los organismos pueden especializarse en el curso de la evolución”, resalta Jes Rust, del Instituto Steinmann de Geología, Mineralogía y Paleontología de la Universidad de Bonn.


Por desagradables que fueran los parásitos para las salamandras, estas larvas de mosca no provocaron sus muertes. “Un parásito sólo mata a veces a su huésped cuando ha alcanzado su objetivo, por ejemplo, la reproducción o la alimentación”, explica Wappler.


Si Jurassica Qiyia había pasado por la fase larvaria, se habría convertido en un insecto adulto después de completar la metamorfosis. Los científicos aún no tienen suficiente información para especular sobre cómo serían de adultos y comó habrían vivido.




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